Washington D.C., 28 de mayo de 2020. Hoy a las 12pm hora Este EEUU se realizó la octava conferencia Online de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) titulada “COVID-19: El rol de los institutos de investigación agropecuaria y agroalimentaria”.
La conferencia, coordinada por FONTAGRO en colaboración con la FAO, contó con la presencia de Julio Berdegué, Sub-director General y representante regional de la FAO para America Latina y el Caribe, la moderación de Rubén Echeverría, Investigador Principal del Instituto de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI) y la participación de los referentes de los institutos regionales de investigación agropecuaria y agroalimentaria (INIAs) como panelistas: Susana Mirassou, Presidenta del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), Argentina; Jorge Díaz, Director Ejecutivo de la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria (AGROSAVIA); Esther Esteban, Directora del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA), España; Pedro Bustos Valdivia, Director Nacional del Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), Chile.
En el contexto de crisis económica y social generada por la pandemia, Julio Berdagué indicó que “Ciencia, tecnología e innovación son llaves para la construcción de una mejor sociedad a partir de esta enorme crisis” y que “la innovación va ser un instumento clave de la adaptación de nuestra agricultura, nuestros sistemas alimentarios y nuestras sociedades rurales en este nuevo mundo que tendremos que vivir en la ‘pospandemia’”.
Rubén Echeverría subrayó que la pandemia reveló el carácter esencial de los INIAs de la región en tanto encargados de garantizar la seguridad alimentaria. En este sentido, instó a aprovechar la oportunidad de esta crisis como oportunidad “aceleradora” de cambios y avances que ya estaban en proceso.
Para comenzar a reflexionar, el moderador propuso repensar los avances y resultados científicos de la región con el desafío de reorientarlos para garantizar la seguridad alimentaria. Con respecto a este importante rol, tanto Echeverría como los directivos de los INIAs que participaron como panelistas coincidieron en la importancia de FONTAGRO para permitir la cooperación regional.
Esther Esteban, detalló la manera en que INIA España logró voLcar sus recursos a la investigación específica en soluciones al COVID-19 sin ser la lucha contra enfermedades humanas su objetivo original. Según la directora, ello demuestra la potencia de estos centros de investigación cuando se cruzan el interés, el conocimiento y la experiencia en Ciencia Básica. “Está claro que de una pandemia como esta sólo se puede salir colaborando” y “desde luego FONTAGRO tiene un papel fundamental” porque puede poner en contacto los diferentes INIAs de América Latina y El Caribe y España para elaborar una estrategia común aprovechando la fortaleza de todos.
Ante una perspectiva de caída de las economías mundiales y regionales, Pedro Bustos Valdivia enfatizó que la contribución de desarrollo e innovación tendrá que considerar el aspecto social de una forma mucho más prioritaria. En ese punto, el rol de los Estados y la cooperación regional será muy importante, y en un contexto de restricciones presupuestarias, señaló el director de INIA Chile, será estratégico que los centros puedan medir sus impactos positivos en el bienestar a la población para repensar la orientación de las investigaciones.
En la misma línea, Susana Mirassou, de INTA Argentina reafirmó la necesidad de reconsiderar las prioridades desde una perspectiva regional-territorial, priorizando la agricultura familiar, las cuestiones de género y juventud desde los sistemas de cooperación y sugirió hacerlo desde una nueva gobernanza institucional atenta a los nuevos tiempos y escenarios que están surgiendo.
Jorge Mario Díaz Luengas, desde Colombia, destacó la relevancia de considerar la seguridad alimentaria como parte de la agenda de los centros de investigación de la región en el mediano plazo, más áun considerando el alto grado de urbanización de América Latina y Caribe. En cuanto a las medidas estructurales a largo plazo, el directivo de AGROSAVIA resaltó que “hay un espacio muy interesante para la investigación en la intersección entre agricultura, medio ambiente y salud” e invitó, en esta línea a “generar agendas de investigación más audaces y más conectadas con los desafíos globales” para atender las demandas actuales del sector agropecuario.
La contribución de los INIAs de Argentina, Chile, Colombia y España, fue un ejemplo de coordinación, eficiencia, generosidad, tal como sostuvo Esther Esteban, al describir particularmente el caso de INIA España. La capacidad de investigación, e infraestructuras bioseguras puestas a disposición de parte de los INIAs a los distintos Sistemas de Salud nacionales permitieron la realización de pruebas PCR en tiempo real, la toma de muestras y análisis de las mismas para la detección de COVID, la elaboración de protocolos para la continuidad de producción de alimentos inocuos y actividades esenciales, el apoyo en extensión y educación en plataformas virtuales para agricultores, entre otras acciones destacadas.
En lo que respecta a “los próximos años, queda lo más difícil” alertó Julio Berdegué. Afortunadamente en América Latina, contamos con instituciones nacionales fuertes, e instituciones de colaboración regional como FONTAGRO, que son clave para optimizar el uso de los recursos de acuerdo a las fortalezas de cada país. En estos tiempos, la mejor innovación es la colaboración.
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Sobre FONTAGRO
FONTAGRO se creó en 1998 con el propósito de promover el incremento de la competitividad del sector agroalimentario, asegurando el manejo sostenible de los recursos naturales y la reducción de la pobreza en la región. El objetivo de FONTAGRO es establecerse como un mecanismo de financiamiento sostenible para el desarrollo de tecnología e innovaciones agropecuaria en América Latina y el Caribe y España, e instituir un foro para la discusión de temas prioritarios de innovación tecnológica. Los países miembros son: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, España, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. En los últimos 25 años se han cofinanciado 195 plataformas regionales de innovación agropecuaria por un monto de US$139.7 millones, que ha alcanzado a 1809 instituciones y 35 países a nivel mundial.
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