En algunas comunidades del Ecuador, la pobreza afecta hasta el 95% de la población y del 35 % al 50% de los niños menores de cinco años sufre de desnutrición crónica.
En este contexto, los niveles de anemia son alarmantes.
La agricultura, principal medio de subsistencia, se desarrolla en un ecosistema desfavorable, desconectado de los mercados y con mínimo acceso a servicios básicos.
La población, especialmente la indígena, consume carbohidratos en exceso.
Sin embargo, la revalorización de cultivos andinos ancestrales de alto valor nutricional, como quinua, lupino y amaranto, surge como estrategia para transformar esta situación.
Los investigadores usaron cruzamientos y selección para obtener variedades que mostraran adaptabilidad al medio y buenas cualidades agronómicas.
La solución tecnológica disminuyó el contenido de factores antinutricionales endógenos en el alimento, como las saponinas en la quinua y los alcaloides en el lupino, cuya eliminación convencional requiere lavados con gran cantidad de agua, lo cual limita su aceptación.
El INIAP mejoró la quinua para liberar variedades de bajo contenido en saponinas que, por lo tanto, precisan menos tratamiento previo.
Un proyecto apoyado por FONTAGRO logró reducir el tiempo de proceso y la cantidad de agua usada en la eliminación de alcaloides durante el desamargado del lupino.
Estos desarrollos, validados en laboratorio, campos de prueba y tierras de agricultores, fueron introducidos en los predios de las familias campesinas.
Se realizaron talleres para el manejo del cultivo y para utilizar los granos en comidas con la finalidad de fomentar su consumo.
Los beneficiarios directos del caso fueron alrededor de 500 familias indígenas.
El proyecto aumentó la producción y distribución de semillas y las áreas sembradas.
El incremento del consumo del lupino y la quinua alcanzó 30% a lo largo del período.
Con la intención de crear conciencia y aumentar la participación, la promoción del consumo de las variedades INIAP se realizó coordinadamente con madres y responsables de comedores escolares.
A través de talleres, expertos difundieron las formas de elaboración de los granos y su valor nutritivo.
Hoy el lupino y la quinua se consumen en alrededor de 15 preparaciones diferentes, con gran aceptación entre los niños, los principales beneficiarios de la mejora nutricional.
La comercialización de excedentes de lupino en el sector urbano está creciendo.
Desnutrición crónica en niños menores de 5 años
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