América latina y el Caribe (ALC) se ha consolidado como como la principal región exportadora de alimentos, proveyendo más del 60% de la soja, 44% de la carne bovina, 42% de la carne de pollo y 17% de la carne de cerdo a nivel mundial. En un escenario en el que se prevé que la demanda por alimentos crezca en más del 70% para el año 2050, ALC tiene el desafío de intensificar de manera sostenible su sector ganadero considerando que, con el aumento esperado de más de 3.000 millones de personas en la clase media, la demanda será especialmente alta en proteínas de origen animal (1).
La actividad ganadera, como muchas otras actividades productivas, es fuente de emisión de diversos gases de efecto invernadero (GEI) como el metano (CH4), cuyas principales fuentes son la fermentación entérica y la emisión desde arrozales cuando el cultivo se hace por inundación; el óxido nitroso (N2O), emitido desde el suelo principalmente a partir de excretas animales y fertilizantes sintéticos y el dióxido de carbono (CO2), por cambio de uso de la tierra, con la consiguiente pérdida de stock de carbono edáfico. En 2014 el Panel Intergubernamental en Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) a nivel mundial informó que el 33% de las emisiones provenían del sector agropecuario. En ALC las emisiones de origen ganadero tienen una alta participación en el total de GEI, llegando por encima del 50% en algunos países.
El proyecto FONTAGRO “Intensificación sostenible de sistemas ganaderos con leguminosas” iniciado en 2019, es financiado por FONTAGRO, el Ministerio de Industrias Primarias de Nueva Zelanda y Procisur. Además, apoya los objetivos de la Alianza Global de Investigación sobre Gases de Efecto Invernadero Agrícola (GRA), de la cual FONTAGRO es un socio estratégico. Su líder, el Ing. Agr. Ph. D. Alejandro Costantini, expresó que buscan generar una plataforma de cooperación entre Institutos de investigación de Argentina, Chile, Ecuador, Nicaragua, Paraguay, República Dominicana, Uruguay y Brasil con el fin de incluir leguminosas como forraje para aumentar la productividad animal y mitigar las emisiones de GEI en el marco de un paradigma de intensificación sostenible. El impacto potencial es considerable ya que se trata de ocho países que concentran cerca de 400 millones de cabezas de ganado vacuno, más del 20% de las existencias mundiales.
Tal como lo informó Costantini en su exposición en la Semana del Conocimiento 2020 el proyecto se encuentra en un estado incipiente, pero sigue avanzando a pesar del aislamiento generado por la pandemia COVID-19. Recientemente fue publicado un artículo a partir de los estudios realizados en Brasil que destaca que con un manejo adecuado, los rendimientos de ganado bovino pueden ser iguales o mayores en los pastos mixtos que en los de pasto solo fertilizados, con 120 ó 150 kg de N ha-1 año-1. Además, supone un ahorro en las emisiones de CO2 de los combustibles fósiles para la producción y distribución de fertilizantes nitrogenados, y que contribuiría a disminuir la desregulación de los ciclos biogeoquímicos de los nutrientes, otro de los objetivos a los que apunta el proyecto. De esta manera, las emisiones de óxido nitroso del ganado los residuos de excrementos y leguminosas son más bajos que los de los monocultivos de pasto brachiaria fertilizados con nitrógeno. También fue publicada, en una importante revista internacional de ciencia, una reseña sobre el uso de leguminosas forrajeras en pasturas de gramíneas y sus probables impactos sobre las emisiones GEI en áreas tropicales de Brasil.
Otro artículo, publicado en conjunto por investigadores argentinos y brasileños muestra que las diferencias en la emisión de N2O entre suelos con y sin presencia de animales pastoreando son detectables aun en el período invernal, que es el de menor emisión de este gas, y considerando que la región presenta por lo menos un 15% del año con estas condiciones ambientales, no debe despreciarse la realización de mediciones invernales, aun en lugares donde las temperaturas son bajas.
Bajo el lema “asociarse, cooperar y compartir conocimientos es la clave para hacer más eficiente la producción ganadera de la región”, el Dr. Costantini destacó la importancia que reviste la gestión del conocimiento, capacitación y divulgación de los resultados generados en este proyecto. De esta iniciativa forman parte INTA Argentina, IDIAF República Dominicana, INIA Chile y Uruguay, INIAP Ecuador y Nicaragua, IPTA Paraguay (co-ejecutores), ARGENINTA (ejecutor administrativo), EMBRAPA Brasil y PROCISUR Uruguay (asociados). Por esta razón, han redactado una nota técnica que busca unificar criterios de trabajo para que, más allá de la dispersión geográfica de los países integrantes del proyecto y su multiplicidad de condiciones ambientales, económicas, sociales, productivas y culturales, entre otras, se puedan publicar avances y resultados de manera integrada. En este sentido, y para aunar más estos criterios, se están realizando talleres técnicos internos para reforzar la homogeneidad en las formas de medición e ir aportando novedades.
Este proyecto es resultado de la fuerte apuesta de FONTAGRO, único mecanismo de cooperación para la innovación agropecuaria en ALC, el Ministerio de Industrias Primarias de Nueva Zelanda, la Alianza Global de Investigación sobre Gases de Efecto Invernadero Agrícola y Procisur, para la conformación de plataformas regionales para la investigación y desarrollo científico.
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Sobre FONTAGRO
FONTAGRO se creó en 1998 con el propósito de promover el incremento de la competitividad del sector agroalimentario, asegurando el manejo sostenible de los recursos naturales y la reducción de la pobreza en la región. El objetivo de FONTAGRO es establecerse como un mecanismo de financiamiento sostenible para el desarrollo de tecnología e innovaciones agropecuaria en América Latina y el Caribe y España, e instituir un foro para la discusión de temas prioritarios de innovación tecnológica. Los países miembros son: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, España, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. En los últimos 25 años se han cofinanciado 195 plataformas regionales de innovación agropecuaria por un monto de US$139.7 millones, que ha alcanzado a 1809 instituciones y 35 países a nivel mundial.
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