A pesar de los grandes avances y de ser mayoría en muchos sectores, el «techo de cristal» sigue dificultando el ascenso.
Foto: Shutterstock. Tomada de clarín.com
Por: Clarín
“Empezamos un camino y vinimos para quedarnos”, dijo Livia Negri, doctora en Ciencias, bioquímica, especialista en Gestión de la tecnología y la innovación e investigadora del INTA, en alusión a que, históricamente, las mujeres siempre tuvieron un papel relegado en el mundo de la ciencia. Por eso su frase sonó contundente en la conferencia, en la que participó con otras colegas, por el Día internacional de la mujer y la niña en la ciencia que se celebra todos los 11 de febrero, organizada año Fontagro, un mecanismo de cofinanciamiento sostenible para el desarrollo de la tecnología agropecuaria en América Latina, el Caribe y España creado en 1998.
Algunos datos oficiales ayudan a comprender la magnitud y el sentido de la frase inicial: Según la UNESCO, las mujeres investigadoras -a nivel mundial- representan el 29,3 por ciento, mientras que con el 45% de representatividad femenina, América Latina y el Caribe bordea la paridad. En su parte, en Argentina, en el Conicet, ellas alcanzan el 53%.
A simple vista, pueden parecer proporciones positivas (de este lado del planeta, al menos) pero no lo son: existe una subrepresentación en los niveles jerárquicos de las carreras científicas profesionales. “A medida que se avanza en el escalafón, en términos de liderazgo, esa brecha de género se agranda. Entonces ahí también hay un trabajo muy importante para a hacer y es ver cómo esas diferencias pueden empezar a cerrarse”, sentenció la ingeniera Agrónoma y doctora en Ciencias Agropecuarias, Eugenia Saini, también secretaria ejecutiva del Fontagro y moderadora del evento, para dar el puntapié inicial de la charla. Se refería a la segregación vertical conocida como “techo de cristal”.
Obstáculos
Entre quienes disertaron en el encuentro, también reflexionaron sobre el desafío de plantearse cómo se puede aumentar la participación femenina y la diversidad de género en ciencia y tecnología con foco en el área de STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Artes y Matemáticas, por sus siglas en inglés), ya que se trata de disciplinas clave para el desarrollo sostenible y la competitividad de sus respectivos países. Pero, además, porque esta diferencia se relaciona con otro tipo de segregación, la horizontal, es decir, la que “divide” a los géneros por disciplina.
En este sentido, “las mujeres se concentran en actividades vinculadas al cuidado de las personas como educación, nutrición o salud, mientras que los hombres lo hacen en construcción, industria y particularmente en el sector agropecuario, donde las mujeres que allí participan están concentradas en el área de investigación en un 47%. En este punto, Argentina es uno de los países más avanzados en la región. Es un lujo pero no llega al 50%”, comentó Negri.
El problema, además -explicó la investigadora- es que “a nosotras se nos hace difícil abrir las puertas de nuestros institutos y organismos para trabajar con el sector productivo, porque este tipo de organizaciones son predominantemente masculinas. Tenemos que encontrar un diálogo, una manera de funcionar y de poder insertarnos”.
Su par colombiana, Mónica Betancourt, ingeniera agrónoma y PhD. en Ciencias Agrarias, coincidió y además agregó que el hecho “que la mayoría de las mujeres que se dedican a las ciencias no lo hagan en el ámbito de las ciencias duras o de las ingenierías explica por qué los puestos laborales con mayor jerarquía o relevancia en ciencia y tecnología agrícola sean ocupados por varones”.
No se perdió de vista, en la mesa de diálogo, el peso de los micromachismos de la cotidianeidad que escapan a las cuantificaciones. “A veces los sesgos y prejuicios se sienten en las reuniones. La voz de los hombres es escuchada por todos, pero cuando habla una mujer y sobre todo cuando es joven, tiene que reforzar más sus ideas, argumentarlas mejor para tener la misma credibilidad”, destacó Martha Marina Bolaños, doctora en Ciencias Agrarias, representante del mismo país.
El trabajo colaborativo
En el intercambio de las científicas sobre datos y experiencias hubo lugar para vislumbrar algunas posibles soluciones.
Maika Barría es panameña, licenciada en Nutrición y Dietética, forma parte del equipo de investigación en proyectos como horticultura en ambientes protegidos y sistema intensivo del cultivo de arroz para la agricultura familiar, en cooperación técnica con el BID y Fontagro. Aportó valor a la charla desde la importancia del trabajo colaborativo. “En mi país se ha avanzado en los últimos años en términos de inclusión de distintas disciplinas que se pueden trabajar en equipo con distintos aportes al sector agropecuario desde una visión holística. En esos equipos pueden trabajar tanto varones como mujeres”, dijo.
Fue el turno de la moderadora, Eugenia Saini, tomar nuevamente el pulso de la charla para destacar y complementar los dichos de su colega. “Se trabaja mejor en equipos mixtos porque desde la misma ciencia existe también un cambio y es el de la convergencia. Antes uno estudiaba una sola disciplina. Eras médico o agrónomo, pero eso hoy no alcanza. Entonces tenés dos caminos o estudias otra disciplina, o bien, armás equipos de trabajo y complementás disciplinas. Esto hace que de alguna manera el trabajo se vaya flexibilizando y pueda haber más paridad entre hombres y mujeres, más inclusión”, aseguró.
Las mentorías
“Esto es muy rudo y si no soy como ellos no me dan cabida”, Negri citó las palabras de su mentora 25 años atrás. “Eran otros tiempos, otra generación. Ella se atrevía a todo”, reflexionó sobre quien fue su inspiración.
“Hoy les diría a las chicas que vayan para adelante en busca de sus objetivos pero siendo ellas mismas. A las más grandes, les diría que se comprometan, que acompañen a las y los jóvenes y a toda la diversidad de géneros presentes en la sociedad. Estemos atentas. Si fue difícil para nosotras, hagámoslo un poco más fácil a las generaciones que vienen”.
Por último, Saini destacó la importancia de acercarse a las escuelas a dar charlas y a motivar a las infancias y la juventud. “No hay política que se pueda implementar si no empezamos por nosotras”.
Ver nota original en: https://www.clarin.com/sociedad/dia-internacional-mujer-nina-ciencia-falta-cerrar-brecha-genero-_0_53DKQKJRXJ.html
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Sobre FONTAGRO
FONTAGRO se creó en 1998 con el propósito de promover el incremento de la competitividad del sector agroalimentario, asegurando el manejo sostenible de los recursos naturales y la reducción de la pobreza en la región. El objetivo de FONTAGRO es establecerse como un mecanismo de financiamiento sostenible para el desarrollo de tecnología e innovaciones agropecuaria en América Latina y el Caribe y España, e instituir un foro para la discusión de temas prioritarios de innovación tecnológica. Los países miembros son: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, España, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela. En los últimos 25 años se han cofinanciado 195 plataformas regionales de innovación agropecuaria por un monto de US$139.7 millones, que ha alcanzado a 1809 instituciones y 35 países a nivel mundial.